viernes, 13 de junio de 2014

Una pelea de gallos invisibles.

Entro sola en la sala de cine,
cinco cabezas flotan sobre las sillas
-camino por la avenida
cualquier paisaje puede ser este
excepto el desierto,
el desierto no puede ser una canción-
las cabezas se asoman,
-ven a verme-
la ciudad bajo el silencio
del toque de queda.

Europa, Roma, Brasil
La casa del Papa, mi bañera,
la boca de una mujer que me mira,
un mendigo retando a mi mejor amigo
a matarse en una pelea con cuchillos
de madrugada,
y el dibujo de ocho mexicanos
viendo una pelea de gallos invisibles.

Los pies recorren el continente,
Aracruz planta eucaliptos como rascacielos
y sus raíces del otro lado del mundo
hacen cosquillas 
en los pies a los filántropos
desnudos,
¿qué cosa puede ser un hombre desnudo
salvo una enorme ridiculez?




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